Categoría: Periplos

“Piensa que el tiempo es dinero”, recomendaba Benjamin Franklin a los jóvenes comerciantes de su época, queriendo inculcarles ese espíritu calculador y metódico cuyos orígenes investigaría luego Max Weber. Pero ni Weber, ni por supuesto Franklin, se percataron de hasta qué punto la frase resumía un aspecto clave no del “espíritu” del capitalismo, sino de su funcionamiento objetivo. El tiempo es efectivamente dinero porque el dinero representa el valor, el valor depende del trabajo y el trabajo, devenido abstracto, se mide en tiempo: tal es el penetrante punto de partida de Marx, que ilumina todavía aspectos fundamentales de la relación entre tiempo y capitalismo y, por añadidura, de nuestra agobiada condición temporal, en sociedades cuya tendencia es sacrificar cada minuto de nuestras vidas al proceso de valorización.

Dice el autor:

Propongo una ética de escritura como forma de vida. Elaborar a partir de ciertos elementos recurrentes, gestos, obras, pensamientos que no se consuman tan fácilmente, como si nada pasara en el mundo; que exijan un cambio de posición subjetiva de parte del lector; que abran a la experiencia de un descentramiento radical, de extrañamiento respecto de sí y los otros; que abran al infinito en acto pasible de encontrar en cualquier materia: infinito de infinitos no totalizable bajo ningún predicado característico. Imagino infinidad de gestos que no respondan a la lógica del intercambio mercantil, de la equivalencia generalizada, del uno a uno, del fácil consumo; gestos que vuelven al uno contra sí mismo y lo difractan en dos, tres, infinitas partes; obras que componen de modos inéditos haciendo uso de lo anterior, de lo que hay, de lo que emerge imprevisto: materiales contingentes cuyo anudamiento resulta necesario; pensamientos que no cesan de retornar desde un futuro anterior: lo que habrá sido para lo que está llegando a ser, siempre en décalage. Desencadenar tradiciones, reanudar tradiciones, ser-en-abismo, hasta que el mundo cambie junto con nosotros mismos. Lo que propongo es, en definitiva, un giro práctico.